Por: Pastor Romeo Taracena
Fue llamada la “enfermedad azul” o “cólera morbus”; más conocida para usted y para mí como “el cólera”. La historia registra tres pandemias que hace 200 años devastaron al mundo. El cólera fue la primera y devastó a toda Europa en 1,817. Sólo en Londres se registraron más de 200,000 muertos por el cólera. Fue una época muy difícil; una época en la que incluso se perdió la esperanza. Una época en la que no había solución. Las personas morían por centenas, por cientos y por miles. Sin embargo, la Iglesia de Cristo se mantuvo firme. La Iglesia cristiana en aquel entonces se mantuvo de pie, creciendo en su fe y en su dependencia en Dios; con su fe más viva y más fuerte que nunca.
Impresionantemente, la Iglesia adoptó una canción de victoria que cantaron cada día, todos los días durante 11 años, desde 1822 hasta 1832. Una canción que los llenaba de ánimo; una canción que les levantaba el espíritu en medio de las de las muertes; en medio de la enfermedad que no tenía solución; en medio de la oscuridad donde no había una luz. La gente estaba confinada en sus hogares, sin conocer exactamente cómo esta enfermedad funcionaba, y cómo se podía curar. En medio de esa situación tan oscura y tan difícil, por 11 años la Iglesia se levantaba cada día y afianzaba su fe; y afianzaba su corazón a Dios cantando un canto de victoria. Ese canto de victoria dice así:
“El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación. No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.”
Salmo 91
Qué maravilloso canto de victoria cantaba la Iglesia cristiana hace 200 años. ¡Qué canto tan poderoso! Aunque a las personas les tocaba enterrar a sus muertos; aunque muchos se encontraban en estado de gravedad; aunque no tenían esperanza; aunque estaban en medio de una pandemia; quizá aún peor que la situación que hoy estamos viviendo, ellos cantaban un canto de victoria. Puedo imaginarme a la Iglesia en aquel entonces yendo a enterrar a sus muertos, pero cantando victoria.
El Salmo 91 se volvió ese estandarte de fe que los alimento y que los llenó de vida, en medio de la muerte y en medio de la oscuridad. Ahora mismo estamos en una situación similar; estamos en una situación en la que humanamente no podemos pensar que hay una solución. Se está viviendo con temor, se está viviendo con zozobra. Mucha gente está enterrando a sus muertos; mucha gente está en situaciones de gravedad; sus familiares están luchando con Covid-19, entre la vida y la muerte.
Hoy mismo hay 15 millones y medio de infectados por Covid-19 alrededor del mundo. Según las estadísticas de ayer, hay 631,000 fallecidos; y 9,000 millones de personas se han recuperado. Sin embargo, no hay una vacuna aún; no podemos hacer mucho; los mismos médicos se encuentran limitados; la ciencia aún no puede dar respuestas, es cierto viene en camino una vacuna, pero en este momento no tenemos una solución. Al igual que hace 200 años, hoy estamos dependiendo únicamente de Dios. Por eso, buscando la dirección de Dios, he decidido predicar una serie de 5 sermones y que he titulado: Salmos de Esperanza.
Y este Salmo 91 sigue vigente para nosotros hoy, 200 años después de aquella pandemia de cólera. Cuando el salmista dice, Caerán a tu lado 1,000 y 10,000 a tu diestra más a ti no llegaran, esas palabras siguen vigentes. Dios puede librarnos y protegernos. ¡Es un salmo de victoria! Nuestra fe sigue vigente, y nuestro vigor en Dios sigue vivo. Quizá alguien de su familia está enfermo; o usted está en medio de la escasez; o puede que esté llegando al colapso psicológico en casa, porque no podemos salir; en medio de la situación difícil que nos está tocando vivir, esta Palabra sigue siendo real y este canto victoria sigue vigente.
¿Sabe porque sigue vigente? ¡Porque el Dios que respalda ese salmo está vigente! Dios sigue siendo poderoso y sigue sentado en su trono; nada sucederá fuera de su voluntad para aquellos que confiamos en él. Según su propósito, él nos protegerá. Él estará con nosotros. Cada salmo se escribió como fruto de una experiencia real, de una persona real, en un mundo real, pero con un Dios real. Y ese Dios real es el mismo que está vigente hoy.
Por eso, este es un tiempo para leer su Biblia. Este es un tiempo para tomar su dispositivo, o su Biblia en papel y buscar un lugar apartado para escudriñarla. Quizás usted deba subir a su terraza, o salir a su patio, o en la sala de su casa, y abrir la Palabra de Dios. Esa palabra les traerá ánimo; esa palabra le traerá fortaleza. Ese cántico de victoria, que dice que Dios está con nosotros, sigue siendo vigente, porque Dios sigue vigente. Sin negar el dolor de la vida terrenal, el pueblo de Dios se ha sabido fortalecer cantando sobre quién es nuestro Dios y sobre cómo es nuestro Dios.
Personalmente, me conmueve este salmo, yo también soy un ser humano. Y aunque es verdad que llevó el título de Pastor, soy humano y flaqueó. Como individuo tengo temores; pienso en mi familia y en las familias de la Iglesia; pienso en los miembros de la congregación, pienso en mi madre y pienso en mis hijos; pero este canto me fortalece en gran manera y yo espero que los fortalezca ustedes también.
Cuando el salmista dice el que habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del omnipotente, se refiere a hacer una vivienda; habitar significa: vivienda donde una familia podría tener intimidad y podría tener protección. Necesitamos entender que Dios es nuestra habitación; y en medio de esta situación debemos correr a esa habitación y estar bajo las alas de nuestro buen Dios. Yo lo quiero animar a hacerlo.
Me es incómodo hasta un punto notar que los medios de comunicación, y en especial la mayoría de los noticieros, inventan noticias fatales; promueven las noticias malas. Generalmente son noticias que le dan más importancia a las cosas malas para tener mayor audiencia, y para asustar a las personas. Sin embargo, yo quiero darle buenas noticias. Hay buenas noticias para el que se quiera refugiar en Dios y bajo sus alas. Dios está listo para recibirlo en su habitación; para brindar la intimidad y la paz que su alma necesita; y para brindarle socorro y protección. Yo creo que Dios está esperándonos con los brazos abiertos, para que digamos el que habita al abrigo del altísimo morará bajo la sombra del omnipotente.
Vibra mi corazón al compartirle este mensaje de esperanza. Y precisamente cuando yo preparaba este sermón, tuve que detenerme y dejar lo que estaba haciendo; porque fui conmovido. Allí mismo, elevé una oración y le pedí a Dios su misericordia, y le dije: “Señor te necesitamos, somos tu gente, somos tu pueblo; te hemos fallado, hemos hecho cosas que no debemos hacer; Señor ten misericordia de nosotros, no podemos hacer nada más que escondernos en tu favor en tu gracia.”
En ese momento, el Señor habló a mi corazón; y Dios me decía:
“Yo soy tu refugio, yo soy tu remedio, yo soy tu lugar seguro, yo soy tu abrigo, yo soy quien te cubre, yo soy quien te rodea. Ciertamente habrá inclemencias en las situaciones de la vida; habrán momentos duros, habrá temor y quizás zozobras; incluso habrá muerte, pero tú tienes refugio seguro. Tienen un lugar seguro, tienen abrigo, protección y provisión de Dios.”
Este Salmón de Esperanza nos recuerda que no estamos solos, Dios está con nosotros. Dios es Dios todopoderoso y está con nosotros; Él no nos dejará y no nos abandonará. Juan 6:37dice:
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.”
Debemos entender que Dios está esperándonos con los brazos abiertos. Todos somos bienvenidos en la casa de nuestro Dios a través de Jesucristo.
Jehová significa Dios todopoderoso. Cuando David dice diré yo a Jehová, él dice: tú Jehová eres mi esperanza, tú Jehová eres mi Castillo, tú Jehová eres mi Libertador, tú Jehová eres todo para mí. Apocalipsis 1:8:
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
También dice Lucas 1:37
“porque nada hay imposible para Dios.”
Jehová significa Dios todo poderoso. Dios es nuestro Dios todo poderoso. El Dios al que nosotros le hablamos permitió que se registrara ese salmo.
Los teólogos y los historiadores tienen conflicto pues no están seguros si este Salmo lo escribió David o si lo escribió Moisés. Aquellos que piensan que su escritor fue Moisés, lo afirman así pues Moisés escribió el Salmo 90 y como reacción escribiría el salmo 91. Eso no lo sabemos. No sabemos quién lo escribió con exactitud, pero sabemos que quien lo escribió, tuvo una experiencia personal con Dios en medio de una situación difícil. Esa experiencia personal lo llevó a comprobar que Dios es todopoderoso; y que aunque la muerte caiga a nuestro lado, Dios todopoderoso está con nosotros.
Jehová significa Dios Omnipotente. Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente es nuestra esperanza. Él es el quien nos está ayudando a salir adelante. Él es quien nos fortalece en medio de la situación complicada. Por eso el salmista dice: diré yo a Jehová esperanza mía y Castillo mío. Y cuando se refiere a Jehová, también significa Dios soberano, Dios omnipresente, Dios que todo lo sabe. En Éxodo 33:13-14, Moisés le pide a Dios que no lo deje de esta manera:
“Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.”
Y Dios le responde:
“Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.”
Jehová significa el Dios con Nosotros. Si volvemos al Salmo 91, vemos que es un salmo que nos da ánimo y esperanza. Nos asegura que no estamos solos. Dios que todo lo sabe, que todo lo puede, y que está en todo lugar, está con nosotros. Él es esperanza mía y Castillo mío. No dice que es la esperanza de alguien más sino mía. No dice que es el Castillo de alguien más, sino mío. Y precisamente este salmo se convirtió en un canto de victoria en medio de una pandemia porque se reconocía a un Dios personal y por toda Europa lo convirtieron a Dios en un Dios personal.
Yo he llegado a entender que no puedo cambiar el corazón de nadie más, ni de mis vecinos ni de mi cónyuge o mis hijos. Puedo orar por ellos, pero ellos mismos deben tener un encuentro personal con Dios, porque Dios es un Dios personal. Asimismo, yo no puedo asegurar quién es el Dios de mis amigos; no sé quién es Dios de las personas con las que yo me muevo; pero yo sí sé quién es mi Dios. Mi Dios el que me ayuda, él es quien me sostiene y quien me levanta.
Decirle a alguien mío significa que hay una relación. Por ejemplo, yo puedo decir mi esposa, mis hijos, mi amigo; porque hay un relación. Para mí, Dios es mi Dios todopoderoso; porque tengo una relación con él. ¿Es Dios su Dios? Qué maravilloso es poder decir mi Dios. El profeta Isaías en el capítulo 57:15 dice:
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”.
Dios está con nosotros. Dice Isaías queDios está en su trono, poderoso majestuoso. A Él no le asusta ningún virus; ninguna recesión o situación difícil; ¡Él es Dios todopoderoso! Usted también puede decirle: ¡tú eres mi refugio, tú eres mi sanador, tú eres mi Libertador! Dios no ha cambiado; en Él no hay sombra de variación. Él seguirá siendo por los siglos de los siglos, el ¡Dios todopoderoso! ¡Soberano! ¡Grandioso! ¡Maravilloso! ¡Fuerte! ¡Imponente! ¡Ese es mi Dios! Él puede hacer cualquier cosa.
Isaías nos hace hincapié en que Dios vive en las alturas y en la santidad; inaccesible en su gloria. Pero también nos dice que habita con el quebrantado y humilde de espíritu. Yo quiero ser ese quebrantado y humilde de espíritu; yo quiero aceptar que necesito de Dios en medio de esta situación. No voy pretender que no necesito para dar una imagen errónea; o para mostrar una figura que no se quiebra; una figura que no se duele y que es inquebrantable. Yo quiero mostrarme quebrantado de espíritu. Quiero decir Señor te necesito. Quiero que él habite conmigo.
Si usted está quebrantado, hay un Salmo esperanza. Levantemos el ánimo porque ese Dios tan grande qué están en lo sublime, inaccesible y en la santidad, promete amistad con el corazón quebrantado con el corazón. Cuando entendemos esta gran realidad: Dios grande, sentado en su trono, también puede habitar conmigo, entonces nosotros podemos decirle a nuestros problemas ¡qué grande es nuestro Dios! Podemos decirle a nuestra situación ¡qué poderoso es nuestro Dios! Podemos hablarle a la escasez con autoridad y entender que Dios nos proveerá. Podemos hablarle a la enfermedad, e incluso podemos hablarle a la muerte, y decirle ¡nuestro Dios es más grande¡
¡Hay esperanza! ¡Hay ánimo! Cuando entiendo la altura de mi Dios, y la grandeza de Dios, puedo elevar un cántico de victoria; cuando confío en el gran poder de Dios, es que yo cantar victoria. Entonces, ya no me acerco a Dios con poca fe, y ya no le hablo a Él de lo grande que son mis problemas; sino que empiezo a ver a mis problemas y le hablo a mis problemas de lo grande que es mi Dios.
Por eso el salmista dice que no debemos temer al terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad; ni mortalidad que en medio del día destruya. Tome la palabra de Dios para usted. Aférrese de ella porque Él ha prometido enviar a sus ángeles cerca de nosotros para guardarnos en todos nuestros caminos.
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