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Todas las piezas cerámicas pasan por varias fases durante su elaboración:
Nuestro Dios es Dios de procesos:
Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien.
Jeremías 18:3-4
Es muy interesante el enfoque de Jeremías, “se le deshizo en las manos” pareciera que el hecho de que se deshiciera no lo provocó el barro, tampoco lo provocó Dios. Da la idea que simplemente sucedió.
No es cierto que en la vida de todos los días hay cosas que nos llegan como una simple situación imprevista. Sin un por qué. Y es porque vivimos en un mundo caído y que responde a normas y principios que han sido violentados y que no son de Dios. Por eso los procesos siempre llegan, y lo mejor será estar tomado de la mano de Dios.
Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro. Esto deja bien claro que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos. Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos.
2 Corintios 4:7-9
Pablo primero asegura la bendición que tenemos al ser recipientes de la gloria y del favor de Dios. Pero inmediatamente, sin desconectar esa verdad, habla de las diferentes situaciones que nos toca vivir; presiones, persecuciones, abandonos, etc. Es decir, los procesos que Dios permite en nuestra vida.
Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.
1 Pedro 1:6-7
Lo que el apóstol Pedro está diciendo a la iglesia es que los procesos son parte del plan de Dios para hacernos mejores personas. Que cada vez el fuego de las pruebas nos haga más y más fuertes en Dios. Si descansamos en Dios, el fuego de la prueba solo logrará hacernos más valiosos ante Dios y ante los hombres.
Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta que el Señor venga. El campesino que espera recoger la preciosa cosecha, tiene que aguardar con paciencia las temporadas de lluvia. Ustedes también tengan paciencia y manténganse firmes, porque muy pronto volverá el Señor.…Ustedes han oído cómo soportó Job sus sufrimientos, y saben de qué modo lo trató al fin el Señor, porque el Señor es muy misericordioso y compasivo.
Santiago 5:7-11
Santiago nos anima a recordar que todos los procesos en Dios, esperando en Dios, confiando en Dios, traerán una gran cosecha de bendición y de prosperidad. Aquél que sabe pasar los procesos de Dios, tendrá de Dios honra, fuerza y bendición.
Consejos Prácticos:
1. Ríndase al Proceso
…El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 37porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra…
Lucas 1:35-38
Según la tradición judía y la tradición cristiana, María tenía entre 15 y 17 años cuando fue visitada por el ángel Gabriel. Era prácticamente una señorita saliendo de la adolescencia. Lo admirable de la narrativa bíblica es la madurez con la que esta señorita responde al proceso de Dios en su vida. No discute, no cuestiona, acepta el proceso sabiendo que Dios cuidará de ella de su futuro.
No imagino el orgullo y la satisfacción de una madre cuando uno de sus hijos llega a ser presidente de una nación o un prominente académico o un empresario exitoso. Seguro que no fue fácil dejarlo todo para convertirse en madre y llevar a sus hijos a una mejor vida. Ahora imaginemos la satisfacción que María experimentó siendo la madre del salvador del mundo. Nada más y nada menos que el Hijo de Dios en su vientre.
Todo gracias a aceptar el proceso, a aceptar lo que Dios tenía planificado detalladamente para ella y para la humanidad.
2. Tranquilo, Dios no improvisa, él tiene un plan
Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo
Jeremías 29:11
Cada parte del universo muestra la ingeniería divina y meticulosamente planificada. La distancia entre planetas, sus velocidades y órbitas. Las mareas y la vida en la tierra dependen de la fuerza de gravedad de la luna sobre la tierra, a una distancia prácticamente perfecta. Dios es el gran arquitecto de todo lo que existe y de nuestras vidas y de sus propósitos en nosotros.
Si cada planeta sigue en su órbita y cada cosa en su justo lugar en todo el universo, pues se debe estar tranquilo de que Dios tiene todo planificado para nosotros, cada proceso que vivimos no es improvisado.
Dios tiene un plan, y nada ni nadie cambiará ese plan. Nos resta someternos a su plan y ver las maravillas que hará en nosotros y con nosotros. (No se resista al plan de Dios, porque nada bueno hay fuera de él).
3. Alégrese, el que empezó la buena obra, la terminará
Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese.
Filipenses 1:6
Pablo les está hablando a los filipenses, desde la cárcel, que todo lo que Dios empieza lo termina y lo termina bien. Pablo está asegurándoles, de manera indirecta, a cada uno de sus lectores que aunque él está preso, esa realidad es solo parte del plan de Dios, pero que todo terminará y terminará bien.
Si Pablo pudo escribir la carta a los filipenses des los cepos y cadenas de una cárcel oscura y sin ventilación, y esta carta ser llamada “la más feliz de sus escritos” nosotros podemos en Dios alegrarnos en medio de nuestros procesos.
Pues Dios ya empezó en nosotros la buena obra y, a su tiempo, la terminará. No sabemos cómo o cuándo terminará, pero sí sabemos que terminará bien. Por eso la escritura dice “la buena obra, la terminará”.
Dios está en control, Dios nos dará las fuerzas y el ánimo para terminar y terminar bien.
¡Aquí estamos, ¡con más fe y menos miedo!
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