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En el libro de Marcos encontramos más obras y menos palabras. Marcos llena su libro con un total de 90 milagros para reforzar y redundar en su tesis de que Jesús vino a servir a la humanidad; y se mueve de un episodio a otro usando con frecuencia la palabra “inmediatamente”. En total, esta palabra se encuentra no menos de 40 veces en el Evangelio de Marcos.
Es un término muy sugerente y expresivo, que saca a relucir las perfecciones del Siervo de Dios mostrándonos cómo servía. No había tardanza en el servicio de Cristo, sino que inmediatamente Él estaba siempre en los asuntos de su Padre. No hubo ningún freno, ni reticencia, ni negligencia, sino una bendita inmediatez en todo su trabajo. Todos deberíamos aprender de este perfecto ejemplo que nos ha dejado el Maestro.
Cuando llegó a la casa de Pedro y estaba la suegra de pedro enferma, Jesús la sanó inmediatamente. Cuando se le acercó un leproso, al instante la lepra desapareció y el hombre quedó sano. Cuando la mujer con hemorragia se le acercó a Jesús, la Biblia dice que al instante la hemorragia se detuvo. Dios puede hacer que tu milagro suceda, al instante.
Sin embargo, Marcos capítulo 8:23 nos presenta una vez en la que Jesús sana en pasos y en etapas, no lo hace inmediatamente:
“Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.”
Marcos 8:23
Este milagro del hombre ciego sucedió en episodios y progresivamente. Jesús sanó a los ciegos de diferente forma: Bartimeo recibió su vista por la Palabra, otro ciego obtuvo su vista por el toque. Pero a este ciego, Jesús lo sanó con saliva. Es el mismo problema, pero diferente proceso. Recuerda que el proceso que Jesús tiene contigo es único y tu proceso es parte de tu milagro.
La ceguera era y es todavía una de las grandes desgracias en el mundo. Era más común en oriente, causada por el deslumbramiento despiadado que produce el sol, el polvo y la falta de higiene. Era común ver personas con los ojos legañosos y llenos de moscas, siendo una verdadera plaga. Los ciegos estaban excluidos del sacerdocio y los animales ciegos no podían ser sacrificados. Por lo tanto, tener buena vista es una de las posesiones más valiosas y este ciego estaba en desgracia.
Cuando Jesús tomó la mano del ciego, él se dejó guiar como parte de su milagro. Luego, Jesús escupe en los ojos del hombre. En el mundo antiguo se creía en el poder sanador de la saliva. Esa creencia no es tan extraña si tenemos presentes que nuestro primer instinto es meter en la boca nuestro dedo cuando nos hemos quemado o lastimado. También se creía que la saliva del primogénito tenía poderes curativos. Jesús usa un método conocido para hacer una poderosa declaración: Jesús es el Hijo unigénito y primogénito de Dios.
Luego, Jesús toca dos veces al ciego, no porque el poder de Cristo no funcionara sino porque el hombre no estaba enfocado. Quizás hoy necesites enfocarte y entender que tu proceso es parte de tu milagro. Dile:
“Señor tócame otra vez. Tengo que enfocarme. Tócame Señor, una y otra vez. Las veces que sean necesarias. Recibo mi proceso como parte de mi milagro.”
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